El silencio
gobernaba el departamento hasta que el timbre de un móvil se hizo presente. Sin
levantar el rostro de la almohada comienza a buscarlo para apagarlo, pero unos
minutos después vuelve a sonar, haciendo que Camino observe unos segundos la
pantalla. Contesta.
—¿Sabes la hora
que es? —pregunta mientras se revuelve en la cama.
—Lo siento, quería
evitar involucrarte, pero necesitamos tu ayuda, es urgente. ¿Puedes venir? —una
voz masculina sale del otro lado de la línea.
Camino se revuelve
el cabello. Era preciso mencionar que no disfrutaba levantarse a primera hora
de la mañana.
—¿De qué se trata?
—Tendrás que venir
para que te explique.
—Bien.
Sin decir más,
cuelga. Adormitada se dirige al baño.
Al cabo de una
hora sale de su pequeño departamento con jeans, camiseta, sudadera gruesa color
azul marino, tenis y una cachucha del mismo color que la sudadera.
En la calle dejó
de haber brisa y en su lugar comenzó una pequeña lluvia, los peatones caminaban
con sombrillas de distintas formas y colores, algunas pequeñas, mientras que
otras eran demasiado grandes. El clima empeoraba con el paso de las horas,
logrando afectar la rutina y los negocios turísticos.
Camino vivía cerca
de la estación de policía, por ello no creía necesario utilizar paraguas. Avanzaba
despacio entre las personas, estaba aún aturdida. No había dormido mucho una
noche antes y despertarse a las 5 am no ayudaba en nada al desvelo. Mientras
avanzaba pensaba que su jefe sólo tenía ganas de molestarla y que solo llegaría
un pequeño rato.
De la nada la
lluvia comienza a arreciar, las personas que iban como ella deciden entrar a
las tiendas cercanas, pero en lugar de imitarlos, acomoda su cachucha y
comienza a correr. Esperar la haría perder mucho tiempo, a parte, la estación
se encontraba a unas cuantas cuadras, en 5 minutos, aproximadamente, llegaría.
Y así fue.
Se inclinó con las manos recargadas sobre sus rodillas,
respirando agitadamente. Estaba cansada y muerta de frío. Sin previo aviso sintió
la cálida mano de alguien sobre su espalda, frotándola. Camino levantó la
cabeza para encontrarse con el delicado rostro de su superior, Adolfo Martínez.
—Una disculpa por haberte hecho venir —hace una
reverencia en forma de saludo y disculpa a la vez —. Pero necesitábamos tu
ayuda. Es un caso complicado.
Camino observó al resto del equipo. Parecía que habían dormido
muy pocas horas. "¿Tan difícil es?" Piensa
mientras se sacudía un poco la ropa.
—¿De qué se trata?
—Un asesinato, bueno, no uno, sino varios —anunció mientras
se encogía de hombros.
"Vaya, entonces es una
joyita".
Se acercó a la sala 07 donde observó más de cerca al
equipo y también la pizarra llena de los sospechosos, la zona de los asesinatos
y fotos de las víctimas, así como sus datos personales. Eran cinco chicas
adolescentes, probablemente estaban entre los dieciséis y dieciocho años. Volvió
a acercarse a su superior.
—¿Por qué no me dijiste antes? No creo que estos casos
hayan surgido desde que pedí mi licencia —avanzó unos centímetros más hasta que
quedó casi pegada a Martínez —. Si hubiéramos comenzado una investigación más
exhaustiva tal vez el número de víctimas sería inferior.
Martínez solo bajó un poco la cabeza y luego tomó el
cuello de la chamarra que Camino llevaba puesta, la jaló hasta entrar a su
oficina, la cual se encontraba al fondo del pasillo. Una vez estando solos,
dejó salir un profundo suspiro. Camino se mantuvo en silencio mientras lo
observaba, parecía que las cosas de verdad estaban muy mal.
Después de un largo tiempo Martínez se dispuso a
explicarle lo que había sucedido.
—Este caso se nos fue asignado recientemente, nosotros
estábamos al margen, ya que el director creyó que nuestra participación era
innecesaria, ya sabes, por todos los casos importantes que estábamos revisando
—hizo demasiado énfasis en “importantes”, dándole a entender a Camino que nada
de lo que habían hecho era tan importante como lo que estaba sucediendo con ese
caso —. Por desgracia esto es otro nivel de complejidad. Al principio creyeron
que se trataba de distintos asesinos, pero gracias a ti se dieron cuenta de que
estos crímenes estaba siendo ejecutados por la misma persona.
Camino abrió los ojos como platos.
—¿Por mí? ¿Qué hice para que se hayan dado cuenta de eso?
Estaba aturdida. Ella ni siquiera tenía la menor idea de
lo que estaba sucediendo dentro de la estación desde que pidió su licencia, y
eso fue hace ya tres semanas. Se acercó al escritorio de Martínez, pidiendo por
una respuesta.
—¿Recuerdas la mañana del 03 de diciembre, cuando te
llamé? —Camino se limita a asentir — Esa noche me dijiste que en uno de tus
libros favoritos el asesino le gustaba dejar marcas a las víctimas, por ello
los protagonistas de la novela lograron capturar al verdadero criminal
—Martínez se levantó de su asiento para buscar unas cosas en el estante que
tenía a un costado dentro de la oficina —. Esta persona ha estado haciendo lo
mismo, no marcó a sus víctimas, pero si ha dejado pequeños fragmentos de alguna
especie de libro. Todas las víctimas tenían un trozo.
“¿Eso es así?”
pensó mientras recibía los trozos de notas dentro de bolsas, ya que eran
evidencias importantes para las escenas. Observó con detenimiento cada
fragmento.
<<Destino, Furia y
Sacrificio>>
Esas tres palabras
venían grabadas en las cinco piezas de papel, todas con la misma caligrafía y
de firma solo teníamos dos iniciales: WX.
Camino comenzó a
buscar dentro de sus recuerdos alguna frase o párrafo en las que vinieran
expuestas estas palabras, si realmente se trataba de un asesino serial, estas
tres palabras debían de tener un significado importante en su vida. Eso estaba
más que claro. Por desgracia su mente estaba en blanco, no recordaba nada, por
ahora le quedaba investigar en libros, revistas o lo que fuera y así comenzar a
realizar sus averiguaciones.
Levantó la cabeza para
observar a Martínez.
—¿Tienes algo más
para mí? —no dejaría ir a esa clase de criminal andar por las calles sin ser
castigado, así que era hora de decirle adiós a sus vacaciones.
—Es lo único que
hemos podido encontrar, con lo demás estamos muertos.
—¿No han
investigado nada referente a estas palabras? ¿Algún texto, libro, revistas o hasta documéntales? —sacó
un lapicero del bolsillo trasero de sus pantalones y una pequeña libreta — Si
no hay nada, entonces saldré a buscar.
Antes de que
pudiera salir de la oficina Martínez la detiene colocándose frente a la puerta.
Camino lo observa.
—Te llamé para que
trabajáramos en equipo, no para que resolvieras el caso sola —se quitó la
cachucha, dejando ver su melena azabache con unas pequeñas matas blancas, las
cuales le quitaban el aire de un hombre de veinte años —. Primero observa las
pistas que se han encontrado en las escenas, así como la información de las
víctimas. Tal vez ahí encuentras algo más que te pueda servir.
Camino sacudió la
cabeza. Le podían pedir cualquier cosa, menos trabajar con los irracionales de
su equipo. Para ella lo único que hacían era estorbar a la hora de investigar,
aún no entendía cómo Martínez los soportaba y les tenía tanta paciencia, si
ella fuera la jefa ya les habría levantado un acta o tal vez ya ni siquiera
estarían trabajando. Resopló con poca delicadeza.
—Sabes que me
puedes pedir lo que sea, menos trabajar con esa bola de orangutanes que tienes
en la sala 07. Si es contigo entonces está bien, si es con ellos me niego —volvió
a meter su lapicero y libreta en el bolsillo trasero y en su lugar sacó una
caja de cigarrillos y su encendedor.
No iba a ceder, eso era preciso, pero tampoco quería
quedarse fuera del caso, esta sería una gran ventaja contra sus compañeros de
generación si lograba resolverlo.
Martínez se quedó callado, estaba buscando una solución
para ambas partes. Era consciente de la mala relación que existía entre ellos y
que Camino no había sido la culpable de esta, pero no podía excluir a los demás
solo porque ella no estaba conforme. Quería a ambas partes juntas en este caso.
Si Camino se negaba rotundamente tendría problemas con los jefes, ya que
llegaron infinidades de quejas por su mal comportamiento en los trabajos de
equipo y esta es su última oportunidad para quedarse, obviamente no se lo habían
informado debido a la licencia que tomó, pero ya estaba de regreso.
Después de darle muchas vueltas decidió anúnciale sobre
el ultimátum que los superiores le habían dado, pero antes de que pudiera abrir
la boca la puerta de la oficina se abrió de golpe con un estruendo
acompañándola. Tanto Camino como Martínez fijaron sus miradas en la persona que
acababa de hacerse presente.
—Han encontrado otro cadáver.
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