Se
podría decir que la sonrisa es la característica más bella de una persona, pero,
¿por qué?, sencillo, la manera en la que sonreímos le dice mucho de nosotros a
quienes les dedicamos la sonrisa; podemos encontrar desde una sonrisa de amor,
hasta una sonrisa que denota tristeza. La sonrisa de amor, de felicidad, de
emoción, achica nuestros ojos, a algunos de manera ligera y a otros de manera
muy notoria, también podría decir que más de alguno enseña su dentadura al
sonreír por alguna emoción que denota alegría; por otro lado, podemos encontrar
la sonrisa triste, deprimida o hasta esa sonrisa que denota angustia o dolor,
es la sonrisa más notoria, aunque nos esforcemos por ocultar alguna de estas
emociones tan horribles, nuestra manera de sonreír nos delata, ¿cómo se cuando
una sonrisa no es tan real como se demuestra? Fácil, no mostramos nuestra
dentadura o quizá sí pero muy poco, la mayoría de estas sonrisas son a labios
cerrados, los ojos no se achican tanto y hasta la misma sonrisa desaparece tan
inmediato como su aparición.
Pero, ¿cómo alguien como yo sabia acerca de todo esto? Es sencillo, había dedicado
casi toda mi adolescencia a leer todo tipo de libros relacionados a la mente
humana, la forma en la que actuamos, la manera en la que nuestros movimientos,
nuestra respiración, nuestro comportamiento, daban señales claras de como es
que en realidad nos sentimos; todo este conocimiento había sido una bendición y
una maldición para mí en algunas ocasiones, ya que, sin siquiera tener la
intención de querer hacerlo, siempre terminaba analizando a toda persona que se
cruzara en mi camino, sin importar el lugar.
Había
analizado a cada estudiante de mi instituto, a cada grupo al que pertenecían,
había algunos casos donde notaba cuando solo estaban en ese grupo para ser
aceptados aparentando algo que no eran, chicos, chicas, profesores, hasta a la
misma directora del instituto, había intentado analizar a todos y a cada uno;
no era una tarea tan difícil para mí, casi no tenía amigos y solo entablaba
comunicación con algunos compañeros de clase, los únicos amigos que tenía. Eran
dos principalmente, Tom y Luka, mis fieles compañeros de travesuras en
preescolar, desde ese entonces nunca nos alejamos, siempre noes apoyábamos en
todo.
Por
cierto, mi nombre es Andrew, tengo 18 años, estoy en mi último año de instituto
y vivo perdidamente enamorado de Blue, una dulce chica de intercambio que había
llegado hace apenas un año, solíamos hablar muy poco, pero eso no evitaba que
me enamorase de ella tan perdidamente como lo estoy ahora, por lo que en un
acto de valentía, había hecho una nota diciendo:
Me encanta verte sonreír
-A
-A
La
cual iba atada a una rosa de color azul, como su nombre en español, también me
había dado a la tarea de permanecer en el anonimato, por lo que solo había
escrito una simple A, al final de mi pequeña nota, colocándola en su casillero
sin que nadie lo notase, mi ventaja era que solía venir muy temprano a la
escuela, por lo que los pasillos del instituto estaban vacíos. Tom había sido
el dueño de esta ingeniosa idea, aunque al principio no me vi muy convencido
por ella, después de pensarlo detalladamente, sin nada que perder mas que mi
dignidad o bueno, lo poco que quedaba de ella, me lancé a llevar a cabo la idea
que después se había convertido en un plan para conquistarla por medio de mis
notas.
Solo
rogaba al santo patrón de los burros, para que este plan no fallara y así,
poder conquistar a la dueña de mi corazón.
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